- las construcciones megalíticas, del griego megas, grande y lithos piedra; constan de enormes losas pétreas sin tallar, o escasamente desbastadas, verticales y horizontales, adinteladas, apoyadas, nunca unidas con mortero, ni siquiera trabadas con algún tipo de aparejo,
- las construcciones ciclópeas. Así llamadas por haberlas atribuido los antiguos griegos a unos gigantes fabulosos llamados cíclopes; se constituyeron con aparejo sencillo de piedras, en parte escuadradas, o sin escuadrar, aunque desbastadas, y de menor volumen que las megalíticas, utilizando algunas veces mortero arcilloso para conformar muros y paramentos.
Pertenecientes a la primitiva arquitectura popular se conocen diversas construcciones que sirvieron de casa, o morada temporal, a nuestros antepasados desde los tiempos más remotos. Tales son:
- la cabaña o choza, formada por entramados de ramaje,
- la gruta o caverna, artificial o natural pero acomodada por la mano del hombre a sus propios usos,
- los palafitos o habitaciones lacustres de madera levantados sobre pilotes clavados en el fondo de un lago o zona pantanosa,
- los crannógs, propios de Irlanda, habitáculos lacustres a modo de islotes, sin dejar pasar el agua por debajo de ellas,
- los terramaras, descubiertos en Italia, chozas de madera y arcilla en sitios pantanosos. Con dichas construcciones se relacionan los paraderos o kiokenmodingos (voz danesa que significa restos de hogar) que son montículos conformados por depósitos de conchas, restos de ceniza, carbón, huesos, piedras y fragmentos de cerámica tosca, muy abundantes en Dinamarca, también hallados en otras regiones.